En Alaria Nursery School damos prioridad al desarrollo pleno del niño en un entorno seguro y de cariño, pero a lo largo de la evolución de los pequeños hay una serie de comportamientos que hay que saber gestionar, para ello en la escuela tenemos el programa Escuela de Padres on-line y presencial que aborda distintos temas, desde las emociones del bebé, hasta las inteligencias múltiples, pasando por temas tan importantes como la gestión de las rabietas.

En esta entrada vamos a daros unas pequeñas pistas sobre la gestión de rabietas y su relación con la independencia del niño, un tema muy curioso, ya que las primeras rabietas, que suelen presentarse a partir de los dos años, tienen mucha relación con el primer paso hacia la independencia, ya que a partir de esta edad el niño pasa a un nuevo estadio de autonomía (se desplaza solo, puede comer casi de todo y con sus propias manos, es autónomo en sus actos más vitales ….) y es precisamente a partir de esta edad cuando comienzan las primeras rabietas, que realmente son un acto de independencia y rebeldía, de reclamo de mi «yo» respecto al resto. Tenemos que entender que el niño a esta edad no tiene sentido del bien y el mal, que no nos está retando y que en ningún caso sus actos obedecen a una voluntad de hacernos daño, sin embargo tenemos que aprender a gestionar este comportamiento. En próximas entregas del programa de «Escuela de Padres» on-line de dos años de Alaria, tratamos este tema de forma extensa para que tengáis todos los recursos para afrontarlas, pero aquí vamos a compartir unas pequeñas recomendaciones para comprender el fenómeno de las rabietas.

El niño manifiesta su independencia mediante el «no», manifestando que puede hacer cosas diferentes a sus padres, dado su edad, hay que tener en cuenta que las estrategias son muy simples, por lo tanto la negación es su respuesta más común, algunas educadoras definen a esta edad como la «adolescencia infantil» una época de cambio hacia un mayor nivel de independencia. El problema es que esta negación conlleva irremediablemente un conflicto emocional, ya que los padres no entienden esta nueva actitud y habitualmente consideran que lo más positivo para el niño es reprender con firmeza este comportamiento desafiante. La rabieta se suele dar por la ofuscación de querer una cosa, no entender lo que pasa y recibir una negativa nueva por parte de los padres, este enfrentamiento  provoca el estallido de las rabietas. Al ser los padres los seres más queridos, la ambivalencia de sentimientos hace que el niño tenga los estallidos con ellos, en la escuela su comportamiento tiene una implicación diferente y el sentimiento hacia los educadores es distinto, por lo tanto, las rabietas no brotan con la misma facilidad.

Comprendiendo el origen de este sentimiento, sabemos que no existe un juego de poder en el niño, no nos está poniendo a prueba, y aunque siempre hay que ser firmes con el niño para establecer unas rutinas favorables y saber poner unos límites, también hay que entender que en un momento de rabieta, hay una fuerte carga emocional en el niño y los padres como adultos deben aprender a gestionar lo que el niño no sabe hacer,  por lo tanto recomendamos:

  1. Atender a su independencia y dejarle hacer, darle unos mínimos de independencia en aquellas cosas que no son nocivas y que le proporcionan independencia, cómo por ejemplo, escoger parte de su ropa, un juguete etc…
  2. Evitar tentaciones, como por ejemplo, objetos peligrosos que sabemos que va a intentar manipular, comida que no debe probar o pasar a por una zona de juguetes que no le vamos a comprar.
  3. Expresar nuestra disconformidad, pero no etiquetar al niño, atacando su personalidad o valorando negativamente su conducta. Nunca diremos, este niño es un «bicho», como que no quieres… si con dos años ya vas a hacer tu voluntad, eres «malo»… Hay comenzar a hacerle entender las cosas y buscar soluciones intermedias. Por ejemplo, si el niño no quiere ponerse el abrigo para salir de casa e ir al cole, debemos ponérselo, haciéndole entender que nos tenemos que ir y ofreciéndole una visión positiva de la escuela y el trayecto.
  4. Debemos entender que las rabietas pasan con la edad, el niño aprende a expresarse y gestionar sus sentimientos. El niño sabe lo que “es” y “quiere” y lo pide sin llevar la contraria a nadie. Llega un momento en que, si no hemos impedido sus manifestaciones autónomas y de autoafirmación, tenemos un hijo autónomo, que sabe pedir adecuadamente lo que quiere porque ha aprendido que nunca le hace falta pedirlo mal si su petición es razonable.

Por último, se requiere mucha paciencia y comprensión, es el momento perfecto para aplicar la frase: “Quiéreme cuando menos me lo merezca porque será cuando más lo necesite”